Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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Por fin era Junio!!! Llevábamos meses esperando este momento mi hermana Blanca, mi pareja Marcos y yo misma, la culpable de arrastrarles siempre por todo el mundo. Y teníamos un cuarto miembro en el grupo, nuestro loro hinchable Pepe, que viajaría con nosotros.
Salíamos desde Santander, teníamos muchas horas por delante pero no nos importaba, estábamos seguros de que iba a merecer la pena. Visitaríamos los parques de Tarangire, Ngorongoro, Serengeti y Lago Manyara.
Al llegar a Kilimanjaro ya estaban esperándonos Paul, nuestro guía, y Joshua, nuestro conductor. Sería la primera vez de muchas en las que tendrían que esperarnos ya que ellos siempre eran puntuales y a nosotros siempre se nos olvidaba algo o queríamos apurar las últimas caladas de un cigarro.
Desde el primer momento Paul y Joshua fueron fantásticos, de camino al hotel nos enseñaron una canción en swahili (jambo, jambo bwana, habari gani, mzuri sana…), todavía no sabíamos que esa canción se convertiría en nuestra canción fetiche de celebración cada vez que conseguíamos descubrir un animal difícil de ver, o tras vivir alguna emoción intensa. Terminaríamos cantándola muchísimas veces, porque Paul y Joshua dijeron que hacía mucho que no veían tantos animales en un safari. Nos bautizamos como el equipo afortunado, el «lucky team» y Joshua estaba convencido de que el responsable de tanta buena suerte era nuestro loro Pepe, jajaja, Joshua tenía mucho sentido del humor.
Nuestra buena fortuna comenzó ya el primer día visitando Tarangire. Blanca quería ver «gatos» grandes y nada más entrar al parque nos encontramos con dos guepardos bastante cerca, una hembra y su cría joven. Posaron para nosotros, cambiaron de postura y luego se dieron un paseo hasta desaparecer en la hierba alta.
Tarangire es un parque precioso con sus majestuosos baobabs, Paul nos enseñó cómo tenían la corteza del tronco arrancada de la mitad hacia abajo, resultado de la alimentación de los elefantes. Y allí estaban los elefantes, no dos, ni tres, sino una manada enorme, unos 40 elefantes de todos los tamaños, crías incluidas, nos rodeaban por los cuatro costados del coche, muy, muy cerca. Hubo un breve momento de tensión en que pareció empezar una pelea y un grupo echó a correr barritando. Tuvimos que dar marcha atrás con el coche, empezaban las emociones. Nosotros habíamos estado en Tailandia cuidando elefantes maltratados que habían sido rescatados por lo que teníamos ya un cariño especial a los elefantes, pero verlos aquí en Tanzania totalmente libres, en su hábitat, salvajes y felices, fue grandioso. En ese momento decidimos que nunca volveríamos a un zoo, que sólo queríamos ver animales en libertad. Por supuesto vimos muchísimos animales, por algo éramos el equipo afortunado, graciosas familias de facoceros o «pumbas», antílopes, gacelas,impalas y alcefalos, un animal que desconocíamos (Paul nos enseñó el nombre) y nos encantó, tanto por su elegancia al andar con las patas de dos a dos, como por su tamaño, mayor que otros antílopes.
Al día siguiente tocaba Ngorongoro, empezamos bien prontito por la mañana para aprovechar el día. Ngorongoro es una maravilla de la naturaleza, su paisaje te deja con la boca abierta, hay tanta belleza que no sabes ni qué decir. En África todo es a lo grande. De camino al cráter, bueno, en realidad como bien nos explicó Paul, aunque se le llama cráter, es una caldera, ya vimos unas hienas a nuestro lado y nuestro primer león. Un macho grande apareció entre la niebla de la mañana caminando por la carretera junto a nuestro coche y con mucha calma desapareció en el bosque tropical. El día empezaba muy bien. La carretera de descenso al cráter es espectacular, con la vista al frente del lago Makati brillando al sol. Nada más bajar empezamos a ver animales, antílopes, ñus, búfalos, cebras, elefantes, avestruces, y dos hienas tuvieron el detalle de correr junto a nosotros, adelantarnos y cruzarnos por delante. Pero en el Ngorongoro tendríamos tres platos fuertes. El primero, un grupo de unos 15 leones, machos jóvenes y hembras que dormían al sol, hasta que decidieron levantarse porque hacía mucho calor, caminar entre los coches que los observábamos, y tumbarse a la sombra que les ofrecíamos. Dos preciosas leonas se tumbaron contra nuestro coche, daban ganas de acariciarlas, las oíamos respirar, fue maravilloso.
El segundo plato fuerte fue el codiciado rinoceronte. Joshua descubrió un punto negro en el horizonte, ni con prismáticos podíamos distinguir qué era, pero Joshua tenía buen presentimiento y esperamos…. pronto aprenderíamos que Joshua raramente se equivoca, tiene pasión por los animales y por su tierra, y la conoce muy bien, con Joshua al fin del mundo! La espera tuvo su resultado, pronto pudimos ver que realmente era un rinoceronte enorme, que venía con la piel brillante de bañarse en una charca y nos concedió el regalo de dirigirse hacia nosotros, siempre mirándonos de frente, cruzó la carretera delante de nuestro coche. Un animal impresionante que cada vez que oía un ruido nos encaraba, sentimos cómo podría acabar con nosotros en 5 segundos, buff, pero por esa vez decidió perdonarnos la vida y seguir su camino. Cantamos nuestra canción bien alto, en cuanto se alejó lo suficiente, claro. Para acabar el día por todo lo alto, esta vez fue Marcos quien dio la voz de alarma, había visto unas orejas puntiagudas pero no sabía lo que era. Resultó ser un serval, parecido al zorro, más pequeño y con manchas. Paul nos explicó que ver uno era signo de muuuy buena suerte. Así que el día había sido espectacular, ya sólo nos faltaba el leopardo para tener los 5 grandes.
En nuestro tercer día nos dirigimos al Serengeti, pasaríamos allí 2 noches y tres días. El Serengeti es la llanura sin fin y en cuanto llegas ves claramente el por qué de su nombre. La vista no alcanza a ver el final de un mar de hierba que cambia de color según la posición de las nubes y el sol. La belleza salvaje de Tanzania con toda su grandeza te golpea y te deja de nuevo pensando en la extensión y la amplitud de los parajes africanos. Qué tierra tan bella! Como éramos el equipo afortunado nada más entrar al Serengeti nos encontramos un guepardo al borde de la carretera y no tuvimos que esperar mucho para ver nuestro leopardo, ese mismo día vimos el primero y completamos los big 5 en nuestro tercer día!!! en total vimos 4 leopardos, uno de ellos descubierto por los ojos de Joshua, que no tienen precio. Fuimos a leopardo por día y el último día ración doble, eso sí, siempre en árboles, o subiendo o bajando del árbol. Los leones sí que nos salían al paso, sólo un día vimos 23 leones!!! durmiendo a nuestro lado, bebiendo en una charca, subidos en un árbol junto a la carretera, durmiendo sobre un Kopje….también allí en Serengeti está la piscina de hipopótamos más llena y más bonita que hemos visto en todo el viaje, con hipopótamos dentro y fuera del agua!!! y los pequeños dik-dik, de los cuales Paul nos contó que viven siempre en pareja y que nunca dejan sus excrementos cerca de donde viven para despistar así a los depredadores. También vimos un cocodrilo de más de 2 metros y varias crías de cocodrilo devorando una cría de hipopótamo muerta……….pero si hay algo realmente sorprendente en Serengeti es esa llanura repleta de ñus y cebras, los ñus con sus constantes mujidos y sus carreras repentinas, las cebras vigilando en parejas para dormir (nos explicó Paul que lo hacían para descansar más seguras)…kilómetros y kilómetros de pradera con ñus, cebras y gacelas, una imagen inolvidable.
Por las noches durante la cena recontábamos con Paul y Joshua todos los animales que habíamos visto, ellos nos contaban historias sobre la vida en Tanzania, sobre cómo atacan los leones, sobre cómo intentan robar comida de los coches los babuinos….nos sentábamos junto a la hoguera e imitábamos los ruidos de los animales que habíamos escuchado la noche anterior desde las tiendas para que nos dijeran cuáles eran (por cierto, Paul imita muy bien animales, pedídselo porque es muy divertido, gracias a él soy una experta en sonidos de hienas) y nos contaban más y más anécdotas que uníamos a las nuestras propias. A estas alturas todos teníamos ya claro que nuestra suerte sólo podía venir del loro Pepe, jeje. La noche pasaba despacio en Serengueti y la tranquilidad y el silencio sólo se rompía con los sonidos de los grillos, las hienas y los agudos ladridos de los chacales. Las noches en Serengeti son muy especiales, en el cielo no caben más estrellas y sientes la explosión de vida a tu alrededor….no se puede pedir más, es lo que has venido buscando, respiras África!…. Y por las mañanas? Las elegantes jirafas venían a desayunar a unos árboles junto a nuestras tiendas, teníamos al animal símbolo de Tanzania al alcance de la mano! También venía un búfalo a pastar pero eso ya no nos gustaba tanto, jeje.
Abandonando el Serengeti, hicimos una visita a los masais, interesante conocer su forma de vida. Respetable querer mantener unas costumbres tan remotas, pero desde luego no me gustaría ser mujer masai, pero si son las únicas que trabajan!!!
En el puesto de salida del Ngorongoro, Joshua demostró una vez más su valía ayudando a una chica que se le había metido un babuino en el coche!!! allá fué nuestro Joshua al rescate! Un crack!
Sin darnos casi cuenta llegó nuestro último día. El lago Manyara. Queremos romper una lanza a favor de este parque, es bellísimo!!!! no íbamos con mucha esperanza ya que habíamos leído que era más flojito pero…..no todo lo que importa en Tanzania son los animales, también es importante la gastronomía, sus gentes y por supuesto sus paisajes! Este parque es pequeño y tiene pocos animales pero sus paisajes te dejan sin aliento. Como bien nos explicó Paul (siempre dándonos información), tiene sabana, bosque tropical y lago salado todo en uno. La vegetación tropical después de haber atravesado el día anterior los caminos polvorientos de la tierra masai en Ngorongoro nos devolvió la vida. Este parque tiene un camino que lleva a una piscina de hipopótamos a través del agua que parece que estás en una expedición de aventura extrema (bueno, no tanto, pero impresiona de bonito que es) y unas vistas del lago increíbles. Como colofón del viaje, nos encontramos una serpiente pitón enoooorme enroscada en mitad de un sendero de elefantes junto a la carretera!!! No podíamos tener mejor final! En verdad éramos el equipo afortunado.
Paul y Joshua nos llevaron al aeropuerto y cantamos allí juntos nuestra canción en swahili por última vez, esta vez, fue canción de despedida….jambo, jambo bwana, habari gani, mzuri sana……..qué pena tan grande no poder pasar más tiempo en un país tan bello y tener que dejar tan pronto a nuestros ya nuevos amigos Paul y Joshua. Solamente podemos agradecerles haber sido tan buenos compañeros de safari y desearles lo mejor….. Sin más, nos subimos al avión de vuelta a nuestra vida real……. Queremos dar las gracias a Udare por facilitarnos el vivir esta aventura en Tanzania. Lo hemos disfrutado mucho y no os olvidaremos nunca. Asante sana.
Marina.