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Lamentablemente, y al mismo tiempo, afortunadamente, este momento llegará. Los elefantes sin colmillos.
Ya en 1998 la BBC sorprendía al mundo con un artículo sobre el aumento del número de elefantes sin colmillos.
Aquel estudio se hacía eco de que en 1930 sólo el 1% de los elefantes no presentaban colmillos, cifras que se elevaron al 15% de las hembras y 9% de los machos en 1997.
Esos valores se han visto drásticamente aumentados a día de hoy, puesto que los últimos estudios realizados, revelan casos de un aumento hasta del 38% de hembras sin colmillos, por ejemplo, en el Parque Nacional del Sur Luangwa, Zambia.
El mundo científico converge en una principal causa. Mutación genética.
Parece ser que mutaciones genéticas, procesos habituales en la naturaleza, supusieron que ciertas hembras naciesen sin colmillos. Estas hembras, trasladarán esta mutación genética a su descendencia, dando lugar a nuevas generaciones con esta particularidad, la falta de colmillos.
Hasta ahí se puede considerar un proceso natural, algo que puede explicar ese 1% de miembros con ausencia de colmillos que había en 1930.
Es ahora cuando entra en juego el ser humano y la caza despiadada de elefantes para el tráfico de sus colmillos. Los cazadores furtivos aniquilan durante décadas a los elefantes para serrar sus colmillos y ofrecerlos al mercado negro y «no tan negro». Evidentemente, los elefantes sin colmillos no son de su interés por lo que podrán seguir viviendo.
Esto supone que con el transcurso del tiempo aquellos elefantes que no tienen colmillos, siguen su ciclo vital, dando lugar a nuevas generaciones sin colmillos. Mientras los «desafortunados» elefantes no mutados (con colmillos), sufren el acoso de la caza furtiva.
Esto desencadena, que lamentablemente, el ser humano es causa nuevamente de la readaptación de los seres vivos a su medio, al contexto en el que viven. El que no logre adaptarse a estas circunstancias tendrá dificultades para sobrevivir, las nuevas generaciones de elefantes con colmillos tendrán menos probabilidades de sobrevivir que los que no presenten colmillos. Esa es la presión que estamos ejerciendo como raza humana a los elefantes, el que no se adapte rápidamente a nuestra presión no sobrevive.
Afortunadamente, la naturaleza compensa nuestro intrusismo. Las mutaciones genéticas que continuamente se producen en el mundo natural, unas veces para impedir el desarrollo del propio sujeto que lo padece, y otras veces, como en esta ocasión, para dar una nueva oportunidad a un individuo o una especie, han permitido que lo que a priori es un handicap, puesto que los colmillos son muy importantes para los elefantes, se haya convertido en un haz de esperanza para los mismos.
Es lamentable que el futuro de los elefantes y su supervivencia pase por la ausencia de sus colmillos, pero afortunadamente, la naturaleza ha dejado una puerta abierta, para que estos hermosos animales puedan seguir viviendo en libertad.