Safari Kamba
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Lo que a priori parece una incongruencia, un error de la evolución, un gap de la teoría darwinista sobre la adaptación de los seres vivos a su entorno, nos demuestra que nada más lejos de la realidad.
El sentido común nos indica que un animal con colores blanco y negros, rayados, en un entorno de cambiantes colores desde verde a ocres, difícil porvenir tiene, y más aún, si se encuentra en la parte baja de la pirámide trófica.
El olfato y su velocidad son sus fortalezas frente a los depredadores que las acechan, pero sus rayas son su mayor salvaguarda.
Los depredadores acostumbran a seleccionar a sus presas antes de iniciar la persecución, buscando siempre las más débiles, sean jóvenes, ancianas, enfermas o lesionadas. Es en el momento de la persecución, al delatar el depredador su posición, cuando las rayas de su piel ejercen su función, dificultando al depredador la localización de su presa, aquella que anteriormente había identificado. Esa confusión, el hecho de que el depredador dude debido a esa vorágine de rayas en movimiento, es lo que permite a la cebra poder evadir a su cazador.
Esto es fácil de poder comprender, si observamos la imagen de cabecera. Inicialmente resulta complicado definir los límites del contorno de cada una de las dos cebras, ahora imaginemos durante una estampida.