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Tanzania, al igual que otros países africanos, sufre grandes problemas de abastecimiento de agua, siendo la situación muy alarmante, en muchas zonas del país.
La aridez se extiende a un tercio del territorio, haciendo que el acceso de las personas a fuentes de aguas limpias y en condiciones sanitarias, sea muy difícil.
Los tres grandes lagos, lago Victoria, lago Tanganica y lago Malawi, junto con los glaciares del Kilimanjaro, hace que haya grandes desigualdades entre las diferentes zonas del país, con respecto a la disponibilidad de agua.
Se estima que el 79% de la población de zonas urbanas tienen acceso a aguas depuradas, mientras que el dato desciende hasta el 44% para las poblaciones de zonas rurales.
Según los analistas, se prevé que en el año 2025 Tanzania experimente el estrés hídrico (recursos hídricos anuales per cápita por debajo de 1.500m3) debido al crecimiento de población que se está experimentando, con el consiguiente aumento del consumo de agua.
Además de la reducida disponibilidad de fuentes de agua, existe el problema de la situación sanitaria de las mismas.
La principal fuente de agua, es el agua subterránea, extraída mediante pozos, que en muchas ocasiones se ubican próximos a zonas contaminadas, bien por actividades industriales o fuentes fecales. En consecuencia, la probabilidad de adquirir enfermedades como el cólera es muy elevada, haciendo que el estado del agua, sea la causa de prácticamente la mitad de las enfermedades de la población.
A ello hay que sumar los problemas de violencia de género que sufren las mujeres y niñas cuando recorren grandes distancias en búsqueda de las fuentes de agua, que junto con el absentismo escolar de los menores hace que no sea un problema exclusivamente sanitario, sino también social y cultural.
Conscientes de esta situación extrema, en los últimos años se han desarrollado diversos programas de suministro y saneamiento de agua, tanto desde el gobierno tanzano, como desde diversas ONGs.