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La población de jirafas está disminuyendo en toda África debido a la caza furtiva y a la pérdida de su hábitat por el aumento de la población humana.
Investigadores del Centro de Conservación de Jirafas de Namibia, advierten de que se está produciendo una extinción silenciosa.
Los resultados de los informes que han elaborado, saldrán a la luz el año que viene y reflejan unos datos más que alarmantes. Un descenso de la población de más del 40% en los últimos 15 años, pasando de 140.000 individuos a 80.000 en toda África.
Distribuidas a lo largo de 21 países, en parques nacionales, tierras privadas y comunales, de sus 9 subespecies, dos de ellas están incluidas en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), bajo la clasificación de «en peligro».
La subespecie «Jirafa de áfrica Occidental» con sólo 300 individuos en Níger y la «Jiarafa de Rothschild» con 700 individuos entre Uganda y Kenia, son las que se encuentran en situación más crítica.
Las dos principales causas son la pérdida y fragmentación de su territorio para usos agrícolas, y la caza furtiva, principalmente notable en África oriental y central.
A esto se ha unido otra amenaza, la creencia popular en Tanzania de que el consumo de jirafa puede curar el VIH. Concretamente se le atribuye al cerebro y médula ósea de estos animales, el poder curativo de una de las principales causas de mortalidad entre la población de Tanzania. En el mercado negro se están pagando 140$ por las cabezas y los huesos.
A estas causas, hay que sumar la de mayor tradición cultural, que es la caza para autoconsumo de su carne, en las poblaciones rurales, así como la venta de su piel, cabello y rabo.
Su piel, resistente y con un espesor grueso, permite la fabricación de prendas de vestir, bolsos, zapatos, cinturones y sombreros.
Su pelo se emplea para la fabricación de pulseras, collares y otras joyas.
Su rabo, en la cultura africana ha sido símbolo de autoridad y en ocasiones empleado también, como matamoscas.
Esta extinción silenciosa ha pasado más desapercibida, por la percepción de que hay jirafas en «todas partes», y porque no hay un mercado negro de gran calado social, como sí ocurre con el marfil de los elefantes y rinocerontes.
Se espera que a raíz de estos estudios, muchas asociaciones conservacionistas fijen su mirada en la conservación de estos animales y con su presión sobre los gobiernos, se puedan adoptar medidas efectivas para su protección.
Las medidas adoptadas hasta el momento, focalizadas en el control de la caza «legal», no han resultado ser del todo eficaces, debido al acoso de la caza furtiva.
A pesar del preocupante futuro, parece que ciertos países han empezado a tomar medidas. Níger, donde la jirafa es símbolo del país ha marcado como alta prioridad la conservación y protección de las jirafas. En Kenia está prevista la aprobación de un proyecto, con el fin de dar protección a los mamíferos que pueblan su país.