Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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Cuando decidí organizar el viaje de este año África no fue el primer destino elegido, en mi mente siempre ha sido un lugar con el que soñar, un regalo a mí misma para un futuro, un sueño por cumplir pero en un periodo lejano de tiempo. Antes salieron otros destinos exóticos como Tailandia, Myanmar, Sri Lanka…
Por otro lado a mi pareja nunca le llamó la atención este continente y yo, cual gota de agua que continuamente cae fui horadando sus ganas de conocer África. Finalmente conseguí salirme con la mía, por insistencia básicamente, y en un abrir y cerrar de ojos estábamos de camino a Nairobi, ¡quien me lo iba a decir a mí! algo que daba por imposible se estaba cumpliendo.
Así pues, comenzamos nuestra aventura por África y digo aventura porque no es un viaje como tal, es una de las aventuras de nuestras vidas, algo que no hubiera llegado a imaginar y que por mucho que mirase el planning de viaje iba a saber lo que estos 15 días nos depararían.
Está claro que si escribo la palabra África a tu mente llegaran palabras como: Sabana, animales, safari, etc. Pero principalmente yo la definiría con cuatro letras: Vida.
África es vida en los ojos de su gente, en sus niños gritando “pi-pi”, en las desconfiadas cebras del verde masai mara, en la calma del leopardo adormilado en la rama de un árbol que aferra sus raíces a un Kopje, en el rinoceronte negro escondido entre la densa vegetación del Ngorongoro (este cráter debe su nombre al sonido de los cencerros de las vacas), en el sueño imperturbable del león cuando el sol está en sus horas más álgidas, en las hierbas altas y secas del Serengeti donde se esconden los guepardos, en el paso calmado y confiado de los elefantes…en definitiva en todos y cada uno de los rincones que tiene este maravilloso continente.
Debo de volver a casa con el “mal de África” ya que solo conozco una pequeña parte y estoy deseando organizar una escapada a futuro para ver, conocer y disfrutar de todo lo que ofrece ese continente, como he dicho antes…volveré a ser gota que cae incesantemente. Mientras, cuando la mente necesite desconectar me transportaré a algún trayecto en busca de alguno de los cinco grandes viendo de fondo acacias solitarias, o a alguna carretera con su “masajito africano” mientras saludas a niños que te devuelven una de sus mejores sonrisas, o a esas noches en el Serengeti en las que solo se les escucha a los verdaderos dueños de esas praderas.
Finalmente, agradecer al fantástico equipo de Udare. La organización, el cuidado y el cariño con el que nos han tratado todas y cada una de las personas con las que hemos estado. Especial mención a Hamissi, sus lecciones sobre la vida en la sabana, las costumbres de los masai, su incansable afán por aprender aún más (si cabe) castellano, en definitiva, por querer que absorbamos cual esponja toda la información que él sabe, han hecho que todas las mañanas en Tanzania empezasen con una sonrisa de oreja a oreja.
En fin Africa, asante sana por todo, kwa heri!