Rinocerontes Nakuru. Por Iñaki
Rinocerontes Nakuru. Por Iñaki

¡HASTA PRONTO, ÁFRICA!, por Iñaki e Itxaso

Hace pocos días volvimos de nuestra luna de miel por Kenia y Zanzíbar, con la que llevábamos soñando más de un año, gracias a la ilusión y el mimo con los que Aitor y Gregory nos ayudaron a organizarla, y tras la cual podemos decir que todo ha cambiado. Nuestra primera visita al continente nos ha enseñado que los mejores regalos que uno puede recibir no se compran con dinero; la sensación de ver correr a los sonrientes niños para saludarte o de escuchar los sonidos naturales de la sabana…es maravillosa.

Minivan Udare. Por Iñaki

Minivan Udare Safari. Por Iñaki

Nuestra aventura, como la llamaba Joseph cada vez que surgía un imprevisto (tuvimos la suerte de coincidir con este simpático y experimentado guía, que aprendió a hablar español de forma autodidacta -realmente admirable-) comenzó de camino a Amboseli. Las horas de carretera desde Nairobi se nos hicieron cortas descubriendo otro mundo a través de la ventanilla del Minivan, pilotado por Thomas, un chófer de 10 (siempre puntual y en la dirección correcta). Una vez en el parque pudimos ver (de muy cerca) los primeros elefantes, leones, flamencos…a los pies del Kilimanjaro, con su mítica cumbre nevada. El día se despidió de nosotros con un atardecer que impresionaba.

Elefante Amboseli. Por Itxaso

Elefante Amboseli. Por Itxaso

El segundo destino fue Naivasha. Acercarnos en barca a los hipopótamos que habitan el lago y las aves que llenan de color y melodía sus orillas fue muy especial, así como pasear entre las jirafas, cebras y antílopes de Crescent Island.

Lago Naivasha. Por Iñaki

Lago Naivasha. Por Iñaki

Cebra Crescent Island. Por Itxaso

Cebra Crescent Island. Por Itxaso

La siguiente parada fue Nakuru. Llegamos temprano al hotel, Ziwa Bush Lodge, nuestro alojamiento favorito del viaje (la cabaña, la comida, la atención, el entorno…espectacular). El safari tampoco se quedó atrás. En un escenario de Parque Jurásico, conseguimos fotografiar a varios rinocerontes, entre otros muchos animales. La cascada Makalia y el mirador del Acantilado de lo babuinos nos terminaron de enamorar.

Cascada Makalia. Por Itxaso

Cascada Makalia. Por Itxaso

Y aún faltaba el plato fuerte: Masái Mara. ¡Qué decir de este extraordinario lugar y sus gentes! No nos podíamos creer que estuviéramos en una de las mayores reservas de África, la cual alberga vida salvaje sin límites. Disfrutamos como críos junto a familias de elefantes y búfalos, parejas de leones apareándose, jóvenes jirafas peleando, cientos de ñus, cebras y gacelas pastando, hienas al acecho, hipopótamos y cocodrilos a lo largo del río… Lo mismo que cuando visitamos a una tribu masái, conociendo sus costumbres y bailes tradicionales. Inolvidable.

Búfalos Masái Mara. Por Iñaki

Búfalos Masái Mara. Por Iñaki

Cocodrilo Río Mara. Por Iñaki

Cocodrilo Río Mara. Por Iñaki

Desayuno leona Masái Mara. Por Itxaso

Desayuno leona Masái Mara. Por Itxaso

Las vistas desde la avioneta que nos llevó de vuelta a Nairobi (antes de volar a Zanzíbar para seguir el viaje por nuestra cuenta, cenamos en el famoso restaurante Carnivore, un acierto) tampoco las olvidaremos nunca. Uno de los momentos más emocionantes.

Asante sana Udare. El trato recibido desde el principio hasta el final por todas y cada una de las personas que habéis trabajado con nosotros ha sido exquisito (a destacar la inmediatez en las respuestas, la flexibilidad en los itinerarios y las llamadas durante el safari para confirmar que todo iba bien). Recomendable al 100%.

Equipo. Por Itxaso

Equipo. Por Itxaso

Un abrazo, Joseph y Thomas. Nuestros primeros marafiki keniatas.

Hasta pronto, África. Volveremos.

Iñaki & Itxaso