Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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Este año pasado tuvimos el privilegio de ser invitados a pasar la Navidad en Kilema, a las faldas del Kilimanjaro y zona chaga por excelencia.
Para ir a Kilema, salimos el 24 de Diciembre desde Arusha, parando en el camino para comprar verduras y frutas, frescas, naturales, sin aditivos ;p
Tras hacer acopio de frutas y verduras para los venideros días de Navidad, seguimos la ruta.
A medio camino entre Arusha y Moshi, hacemos parada en un bar de carretera, el sol atraviesa la luna del coche con fuerza y empezamos a sentirnos como coles en invernadero. La hora de la comida es una buena excusa para rehidratarnos como allá ellos saben.
Entre los 4 que viajamos en el coche compartimos una «ndizi na nyama choma» o barbacoa de carne y plátano frito, aderezado por unas frías cervezas.
Serengeti, Kilimanjaro, Tusker, son marcas locales de cerveza, que apetece llevar de vuelta a casa por lo exótico de la etiqueta.
Tras rehidratarnos y de paso, comer un poco, seguimos nuestro camino.
En breve empezamos a divisar el Kilimanjaro y nos desviamos para saludar a unos amigos porteadores que se encuentran en la entrada de Marangu Gate. Buena gente con un duro trabajo.
Tras una breve visita reanudamos la marcha y nuestra siguiente parada será para adentrarnos por los túneles chaga y conocer qué es lo que llevó a los pueblos chaga a construir estos túneles que unían sus pueblos bajo tierra y donde vivían junto con su ganado, durante las ofensivas de los masais.
Un interesante pasaje de su historia que podréis conocer si os acercáis a esta zona del Kilimanjaro.
Tras esta parada, en breve llegamos a Moshi y de ahí tomamos el desvío hacia Kilema, zona rural próxima al Kilimanjaro.
El camino se estrecha, la espesura rodea la pista por donde circulamos, los plataneros predominan la zona, no es de extrañar, puesto que es el alimento básico por excelencia de los chaga.
Poco a poco llegamos al hogar donde pasaremos los próximos días, desde el 24 día de Nochebuena hasta el 26 de Diciembre. Bienvenidos a casa, nos reciben como si fuéramos uno más.
La celebración de la Navidad es similar a como se vive en España y se podría resumir en:
Comida tipo buffet donde cada uno se sirve lo que gusta y come donde quiere. Esto es algo que difiere de España, puesto que no hay costumbre de sentarse en la mesa, cada uno se llena su plato y lo disfruta, bien en el sofá, en la cocina, en las escaleras de la entrada o en las proximidades de la casa.
El plato navideño por excelencia es el pilau, o arroz con carne. Como ellos nos dijeron, paella tanzana.
La vida es tranquila, se respira sosiego, se conversa y se comparten cervezas, mientras se recuerdan historias pasadas. Así discurre la Nochebuena.
El día 25 amanece temprano, nos levantamos de un respingo a las 5.30 de la mañana para observar el Kilimanjaro antes de que la bruma lo cubra. Las vistas son impresionantes, el silencio y su majestuosidad. Observamos la montaña, sus nieves, como si quisiéramos grabar las imágenes en la retina y no olvidar nunca esta momento.
Tras terminar de abrir los ojos con esta panorámica, regresamos a casa donde ya han sacrificado la cabra, que será protagonista gastronómica del día de Navidad.
Aquí se puede decir, que de la cabra se aprovecha todo y gusta hasta sus andares, vamos, lo que viene a ser el cerdo en España.
Con las entrañas y hierbas de la zona, se prepara un consomé, al que antes de servir se añade un cazo con sangre de cabra. Todo un reto para alguien que no es amigo de la morcilla, ni sangrecilla, ni cosas que contengan grupos hemo ;p
Tras un consomé matutino y reponer fuerzas, es hora de ir a misa. Es un día especial y todos acuden con sus mejores galas a la iglesia de Kilema.
El día transcurre con tranquilidad, conversando, en familia y saludando a antiguas amistades.
La gente es encantadora, acogedores y sienten curiosidad de saber qué hacen estos muzungus como llaman aquí a los blancos, no parecen turistas, ¿qué hacen aquí?
Todos sienten curiosidad, pero son los niños los que quieren fotografiarse con nosotros y son menos pudorosos.
Les fascina verse en la cámara, son naturales.
Así es como transcurrimos los días y disfrutamos de unas Navidades chagas, al pie del Kilimanjaro, a miles de kilómetros de nuestras casas, pero sintiéndonos en familia,
Estaremos eternamente agradecidos por la experiencia que nos brindaron, por la acogida y el cariño que nos ofrecieron, asante sana Meero.