Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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«Organizamos nuestro viaje a África con muchísima ilusión, la empresa, el recorrido, el tiempo…era el viaje que siempre habíamos soñado y queríamos aprovecharlo al máximo. Ahora que hemos vuelto de nuestro safari por Tanzania con Udare, nos damos cuenta de que no importa tanto el recorrido, porque Tanzania te sorprende a cada paso, y que una buena compañía convierte un viaje, en una experiencia humana.
El primer día recorrimos Arusha con Andrew, nuestro guía. Andrew nos fue llevando por las zonas más importantes de la ciudad (destacar el mercado con sus callejuelas estrechas y mezcla de olores), mientras nos explicaba la historia de Tanzania así como el modo de vida que allí la gente lleva, de qué viven, las rutinas laborales y escolares, los productos locales. A las pocas horas de estar con Andrew ya sabíamos que este iba a ser más que un viaje. Su amor por su país y sus ganas de que lo conociéramos, hizo que nuestro interés por Tanzania aumentara cada día más.
Al día siguiente empezamos nuestro safari, Andrew y Bruno nos recogieron en el hotel y pusimos rumbo al Parque Nacional de Tarangire, el bien llamado “Hogar de los Baobabs y elefantes”. Llegamos a las puertas del parque con un gran Baobab dando la bienvenida en su entrada y a los dos minutos de entrar ya empezamos a ver animales, primero una manada de impalas, después aparecieron las jirafas y en seguida una familia de facóqueros.
Pasamos el día recorriendo los caminos entre baobabs y familias enormes de elefantes. Tuvimos la gran suerte de ver a una de ellas bañándose en el río, con los pequeños jugando divertidos. Fue muy emocionante ver cómo se comportan estos animales. Por la tarde, salimos del parque para dirigirnos hacia nuestro camping, donde ya nos esperaba Alfredy con la tienda preparada, palomitas, té y una abundante cena.
El tercer día, salimos temprano hacia el cráter del Ngorongoro, durante el viaje te vas dando cuenta del contraste que hay entre las llanuras de África y las “Highlands” de esta zona. La vegetación es mucho más abundante ya que las tierras son muy fértiles y las lluvias más frecuentes. En la cima se encontraba nuestro camping con unas vistas espectaculares (y el manto de estrellas más bonito que jamás hayamos visto), pero es una vez dentro del cráter cuando el tiempo se congela: si existe el paraíso, sin duda se encuentra en el Cráter del Ngorongoro. La densidad de fauna es increíble y más en época de cría, cebras, ñus, gacelas, búfalos con sus respectivos pequeños, junto con depredadores como leones o hienas hacen que las vistas y las sensaciones sean únicas.
Pero el parque del Ngorongoro es mucho más que animales. Fue un gran acierto hacer el trekking por los volcanes de Empakai y Olmoti, el saber que éramos los únicos turistas en kilómetros es una sensación difícil de olvidar, era la esencia de la naturaleza pura tan difícil de encontrar en occidente. El parque del Ngorongoro posiblemente sea uno de los lugares más bonitos de la tierra.
Y, cómo no, recorrimos las tierras masais, encontrándonos con sus redondas casas y sus ganados y tuvimos tiempo de parar en una de sus aldeas, para conocer un poco más sobre ellos. Nos sirvió de mucho para entender tanto lo bueno como lo malo, de ser un masai auténtico.
Dejamos atrás el paraíso para dirigirnos al Serengeti y entre polvo y baches llegamos a esa gran llanura sin fin, una fantasía de la infancia. Las expectativas eran muy altas y después del Ngorongoro teníamos algo de miedo de quedar defraudados, pero es imposible, un sitio como el Serengeti no puede defraudar. Nada más entrar nos encontramos con una leona, pero después de ella vendrían más y más. Es difícil de explicar lo que se siente al estar cerca de ellas, cuando te miran a los ojos, el corazón y la respiración se te paran, una mezcla de miedo y admiración: son las reinas indiscutibles de la sabana.
El Serengeti es inmenso y puedes pasar mucho tiempo dando vueltas sin ver nada, vida salvaje en estado puro que no sabes dónde puede aparecer, pero cuando aparece lo único que deseas es quedarte allí observando para siempre. En nuestros recuerdos se quedan imágenes espectaculares como una cría de leopardo en un árbol junto a una presa, una pareja de guepardos, una leona marcando territorio frente a una hiena o miles de cebras liderando un grupo de ñus.
Se acaba nuestro safari y nos dirigimos a pasar el último día en Mto Wa Mbu donde conocimos un poco más sobre la vida local en Tanzania, su conocimiento sobre los cultivos, la vida social y religiosa y la gastronomía con una comida en una casa local.
Fue duro dejar Tanzania, es un país que enamora, y más difícil se hizo tener que despedirse de Andrew, Bruno y Alfredy, nuestros compañeros de viaje. Con ellos hemos aprendido sobre la gente, los animales, sobre la vida allí, hemos llorado de risa, de emoción y de pena, nos hemos metido los unos con los otros y, sobre todo, nos hemos agradecido el habernos conocido. Recorreríamos África entera con ellos.
Asante sana Udare por este safari, no podía haber salido mejor. Volveremos pronto!»