Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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Desde hace años venimos recibiendo noticias, tristes, todo hay que decirlo, sobre la situación de los bosquimanos del lago Eyasi.
Fueron varios guías locales de Tanzania quienes nos recomendaban no visitar a las tribus de Eyasi, puesto que la situación de estas gentes, según nos indicaban, estaba muy deteriorada.
¿Pero qué pasa? ¿Qué es lo que nos podemos encontrar?
Por su experiencia, por sus recientes viajes con viajeros y viajeras, los guías nos decían que desde hace años estos pueblos han ido abandonando sus formas de vida tradicionales, para vivir exclusivamente del turismo, lamentablemente muchos de ellos habían sucumbido al alcohol y en ocasiones, todo ello daba lugar a un show para turistas, en su opinión no recomendado.
Tras varios años viajando a Tanzania, hoy es el día que todavía no hemos visitado las tribus de Eyasi. No sabemos qué nos vamos a encontrar, y si la presencia del turismo no parece ser positiva, no queremos ser parte de ello.
En julio de este año 2016, desde la asociación Barcelona Travel Bloggers se nos invitó a participar en las tertulias sobre turismo responsable, enmarcadas dentro de la jornada festiva, por el 3º aniversario de la asociación.
Fue un placer poder aportar nuestra visión sobre el turismo responsable en los safaris fotográficos en África, todo un halago que quisieran contar con nuestra presencia.
Una de las líneas de nuestra intervención era el turismo socialmente responsable y entre otros asuntos, el impacto del turismo en las etnias y pueblos minoritarios.
Llegado a este punto, nos pusimos en contacto con 2 personas que llevan desde comienzos de la década de los 90, trabajando sobre el terreno en Tanzania, en favor de estas gentes. ¿Quién mejor que ellos para resolvernos tantas dudas?
Pepe y Miguel Ángel, son dos misioneros que llegaron hace casi 25 años al valle de Mangola, a orillas del lago Eyasi para poner en marcha un proyecto socio-sanitario, que ayudase a las poblaciones locales. Así nació la Fundación Humanitaria Urafiki.
No tuvimos dudas, cuando surgió la idea de la tertulia quisimos contactar con ellos y que nos ayudasen a comprender, la situación real que están viviendo los bosquimanos en el lago Eyasi y saber así, qué podemos hacer los viajeros y viajeras, para si no contribuir, al menos, no perjudicar.
De este contacto surgieron varias conversaciones. Se trata de un tema que nuestros dos amigos lo sienten con mucho dolor y con mucha pasión. Sentimientos a flor de piel que afloran a modo de reflexiones.
Creemos que puede ser interesante compartir con vosotros su experiencia, su visión y su valoración.
«Nosotros encontramos a principios de los 90 a los Bosquimanos del lago Eyasi en estado muy puro: vivían en el bosque, tenían poco contacto con otras poblaciones, no conocían el dinero, hablaban su propia lengua y vivían de la caza y productos del bosque. Eran autosuficientes. Nosotros los llamamos LA CULTURA DEL SILENCIO. No hablaban mucho ni pedían nada.
Hacia 1995 empezó a llegar el turismo. En el 2000 ya era masivo. Nadie les preguntó, nadie los preparó. Eran vulnerables. El dinero entró en sus vidas y ya nunca fueron los mismos. La avaricia y el egoísmo vinieron con el dinero. Hoy ellos mismos se expresan diciendo que «dejamos de usar el NOSOTROS para empezar a usar el YO». Hoy se pelean por el dinero, que lo único que les permite es emborracharse, pues no les da para más. Han vendido su vida por un puñado de billetes. Hoy día ya no viven en el bosque, hablan otro idioma, se pasan la mayor parte del tiempo en los pueblos, no cazan, no son autosuficientes. A través de la iglesia llevamos 6 años llevándoles comida mensualmente.
Al Gobierno local no le importa la situación. Son una minoría y no son útiles en un sistema productivo. Pero bien que recolectan los impuestos a los turistas que vienen a visitarlos. La idea del Gobierno es que desaparezcan como recolectores y se conviertan en pastores o agricultores.
A las agencias, hoteles y guías turísticos locales tampoco les preocupa la supervivencia de esta minoría, ni su riqueza antropológica, lingüística y humana. Los explotan hasta que se agote el tesoro, luego buscarán otro pozo donde sacar agua.
Nos reunimos con ellos una vez al mes. Siempre hablamos de lo mismo, de lo qué fueron, qué les gustaba y eran felices, y lo qué son ahora, que no les gusta y les hace infelices. «Desearíamos que los turistas nunca hubieran venido. Si no vinieran, seríamos felices. ¿Quién tiene el poder para impedir que vengan?». Nosotros no tenemos respuesta. En el fondo, creemos que nos hemos hecho a la idea de acompañarlos para que tengan una muerte digna. No perdurarán mucho tiempo.
Se habla de LOS DAÑOS COLATERALES del turismo. En este ejemplo no son colaterales, el turismo es el DAÑO EN SI.
Seguimos con ellos. Hemos intentado hablar con Gobiernos, agencias de turismo, hoteles, ONGs,…pero nadie hace caso. Al contrario, nos han dado muchos problemas y acusaciones. Nosotros seguimos asistiéndoles en sus problemas de SALUD, COMIDA Y EDUCACION.
Hemos formado con ellos una CBO (Community Basic Organization) para defender sus derechos (tierras y libertad para dirigir sus vidas), pero todas sus reivindicaciones son rechazadas y las administraciones nos culpan a nosotros de incitarlos a hacerlas.
Ante esta situación, nos planteamos, ¿hay alguna solución?, ¿qué se podría hacer para como dice, no ser testigos de su desaparición?
«Te respondo con sus propias palabras, sacadas de las reuniones mensuales que hacemos con ellos:
1.- No quieren el turismo tal y como se practica. Están dispuestos a dejarlo, pues les trae más penas que alegrías.
2.- Estarían dispuestos a seguir recibiendo turismo con condiciones:
a) Ser dueños de la tierra. Hasta hoy no poseen nada, agricultores y ganaderos las están ocupando con beneplácito de los Gobiernos locales. Es una demanda por la que luchan. Tendrían algo que cuidar y defender.
b) Ser consultados por las partes interesadas. Nadie les pregunta ni cuenta con ellos para nada, sino para explotarlos.
Por ejemplo, el precio que pagan por la visita. Ellos no pueden decir nada. Es mínimo y no les ayuda a subsistir. Ellos deberían cuantificar por cuánto venden su alma al turista.
c) Tener sus propios guías, que sepan de su cultura y sus particularidades. Nosotros formamos a 12 jóvenes guías de ellos. El sistema no les ha permitido trabajar.
d) Tener un centro cultural propio. Nosotros lo construimos. Existe. El sistema, con amenazas, no permite que los coches de las compañías pasen por allí. Hay una mafia controladora que no admite ningún cambio o mejora.
e) Que se respete a sus líderes como portavoces de la comunidad. No son reconocidos por el mismo sistema.
f) Rotación de los grupos. Cada año el turismo iría a 4-5 grupos solamente. Los demás descansarían del turismo y vivirían buscándose la vida en el bosque. Hoy día todos los grupos (unos 16) andan nerviosos esperando al turista y se olvidan de lo demás. Parte de lo que paga el turismo por grupo, va a un fondo común, que ayuda a las necesidades de salud, educación y comida que puedan surgir en los grupos que no reciben dinero del turismo.
Este fondo ya existe. Ha costado sangre, sudor y lágrimas. Lo controlamos nosotros.
g) Ser respetados y vivir con libertad. Es lo que más desean.
h) Tener proyectos de esperanza de mejorar las condiciones de vida. Los tienen.
Mejorar sus casas, atender a los ancianos, disponer de reservas para emergencias, estudiar, seguridad de agua potable, atención médica, ser autosuficientes.»
Creemos que estas reflexiones son necesarias, es por eso que os las trasladamos íntegramente.
Os animamos a seguir buscando información al respecto, es posible que haya otros enfoques y otras experiencias, pero consideramos enriquecedor compartir esta información y este mensaje que hemos recibido.
Si queréis más información, os animamos a visitar la Fundación Humanitaria Urafiki.