Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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Después de toda una vida viendo los documentales de la 2, por fin nos decidimos a vivir la experiencia en directo, y qué mejor compañía para hacerlo que una agencia local llamada Udare Safari. La elección fue todo un acierto, tanto en el trato recibido desde el primer momento por Aitor, como posteriormente por Gregory.
Después de unas largas 11 horas de viaje, por fin llegamos al corazón de África, Kenia, lo hicimos de madrugada, por lo que esa primera toma de contacto creó la típica incertidumbre que causan las ciudades durante las horas nocturnas, de no saber muy bien como son el paisaje y el horizonte de todo lo que te rodea.
Nuestra primera noche la pasamos en el Wildebeest Eco Camp que es, literalmente, un oasis natural integrado en la capital keniata.
Nuestro primer desplazamiento nos llevaría desde Nairobi a Naivasha y fue aquí cuando tuvimos nuestro contacto con el guía y el conductor, que ya nos transmitieron desde un inicio la humanidad y alegría características del continente africano.
Llegados a Naivasha realizamos un paseo en barca por el lago y posteriormente un entretenido safari a pie, teniendo la oportunidad de compartir espacio con diferentes herbívoros como jirafas, cebras o antílopes. Los hipos mejor verlos de lejos, respetando la distancia de seguridad, tan presente en estos tiempos de coronavirus…
La siguiente parada de nuestro viaje fue en Nakuru, donde nada más llegar pudimos observar al escurridizo rinoceronte negro, ¡era nuestro día de suerte o una antesala de lo que sería todo el viaje! Allí también disfrutamos de los grandes herbívoros, así como una infinidad de aves, como los simpáticos flamencos, tiñendo con su característico color rosa las orillas del lago.
De Nakuru saltamos a Hells Gate, donde junto a nuestros guías, realizamos un safari en bici y un paseo a pie por las gargantas del cañón.
La última parada del viaje sería la guinda del pastel, Masai Mara, previas seis horas de coche, recorriendo el interior del país, pasando por aldeas locales y observando usos y costumbres de sus gentes, siempre amigables y con una sonrisa dibujada en la cara.
En la reserva pasamos cuatro días intensos, con sus respectivas noches, en las cuales era habitual recibir la “visita” de cebras y chacales, así como oír el rugido del rey de la sabana. Todo ello bajo un imponente cielo estrellado, lejos de la luminosidad y caos al que estamos habituados.
Nuestros días de safari se tradujeron en un sinfín de avistamientos. A los ya habituales herbívoros, a los que se añadieron grandes familias de elefantes; se sumaron los felinos como el guepardo, leopardo, león y familia.
Hasta hemos tenido la suerte de poder presenciar una escena digna de los grandes documentales de la BBC, la cacería en directo de un ñu por parte de un guepardo.
Y así, contando amaneceres, se pasaron nuestros días en África.
ASANTE SANA.