Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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Teníamos muchas ganas de visitar el corazón de África, y no pudimos elegir mejor anfitrión que el equipo de Udare para acompañarnos en la mejor experiencia de nuestras vidas. Nos decidimos por ellos por su buen precio y por la buena atención prestada para diseñar nuestro viaje, y finalmente nos quedamos con la profesionalidad y el buen hacer de todos ellos durante todo el viaje. La elección de Tanzania fue un acierto por la grandísima calidad de sus parques nacionales, el infinito número de animales que llegas a ver y la sorprendente variedad de tribus, paisajes y culturas que llegas a conocer.
El día de llegada nuestro vuelo aterrizó en el aeropuerto del Kilimanjaro a las 7:30 de la mañana, por lo que decidimos aprovechar ese día para visitar a la tribu de los Chaga en la zona del Kilimanjaro, con quienes pasamos un rato muy divertido y enriquecedor, conociendo su historia y haciendo café a la manera tradicional. De paso también nos acercamos a ver la impresionante cascada de Ndoro, que bien vale la pena acercarse hasta ella, es realmente increíble. Un día perfecto para ir calentando motores para todo lo que vendría después.
Al día siguiente iniciamos nuestra ruta empezando por el parque de Tarangire, donde es ideal para un primer día de safari, en un precioso paisaje puramente africano de baobabs y elefantes. Nuestro conductor Bruno nos condujo a través del safari de la mejor manera posible y siempre respetando los caminos y sin salirse de ellos, cosa que consideramos muy positivo e importante tener en cuenta, ya que no todo vale para tener a los animales pegados al coche en todo momento. De igual forma nos hartamos de ver cientos de animales por todas partes y muy cerca, y si alguna vez tuvimos que usar los prismáticos, no hubo mayor problema, hay que recordar que estamos en la naturaleza y que merece ser respetada.
A la mañana siguiente, y de camino hacia el Serengeti, paramos en el borde superior del cráter de Ngorongoro para realizar un safari a pie, donde aunque no tuvimos la suerte de ver muchos animales, pudimos admirar caminando un paisaje verdaderamente precioso del famoso cráter, donde días después bajaríamos para hacer el safari en su interior. También hicimos una parada más adelante en un poblado Masai donde nos sorprendimos con sus historias, sus tradiciones y su forma de vida, todo ello mostrado con gran amabilidad y enorme encanto. Tras ello, entramos por la tarde para terminar el día en Serengeti, donde apenas nada más llegar nos dimos cuenta de que aquél parque nacional era de otro nivel. La inmensa extensión que cubre, la amplísima variedad de entornos distintos, animales por todas partes… Realmente merece pasar en él las tres noches que pasamos, donde cada día te sorprendes con muchas cosas nuevas. Además tuvimos la suerte de ver en él a la gran migración de ñus desplazándose durante kilómetros y kilómetros en un inmenso grupo de ellos que llegaba hasta donde se perdía la vista y que resultaba sobrecogedor.
Tras éstos días inolvidables, volvimos a la zona de Conservación de Ngorongoro. Ahora sí, bajamos al cráter para hacer el safari, donde una vez más nos quedamos sin aliento en un paisaje de esos que recomendarías visitar al menos una vez en la vida. Dicen que lo llaman el jardín del Edén, y creemos que no es para menos. La mezcla de paisajes distintos dentro del inmenso cráter, desde la más pura sabana africana, hasta el inmenso lago, sus frondosos bosques y su gran cantidad de animales, hacen de él también una experiencia de las que se te graban a fuego. Y ya van unas cuantas.
Para el último día decidimos realizar la visita a las tribus del lago Eyasi, en concreto a los Hadzabe y a los Datoga, y la verdad es que no pudimos elegir mejor nuestro último plan de viaje. La experiencia de compartir con ellos una mañana realizando sus actividades diarias, conociendo sus costumbres y su forma de vida más parecida a los habitantes del Paleolítico que al ser humano actual, cazando y recolectando, escuchando su lengua a base de chasquidos, cantando canciones con ellos… Creo que es una suerte poder presenciar de primera mano algo tan auténtico.
Y con esto dimos por finalizado nuestro viaje, que se ha convertido por derecho propio en la experiencia más grande de nuestras vidas y nos ha dejado una sonrisa que costará tiempo borrar de nuestras caras. Asante Sana.