Safari Kamba
Desde 1.710$ por persona
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Una Navidad en Korogwe es lo que necesitábamos para volvernos a sentir vivos por estas fechas.
No somos que digamos muy navideños, de regalos, comilonas y jolgorio, no sé dónde quedaron ese niño y esa niña, supongo que se perdieron con la inocencia. Pero hemos de decir, que esta experiencia en Korogwe, nos ha revivido esos recuerdos, de alegría, de reencuentros familiares, de diversión, es lo que tiene haber estado rodeado de tantos pequeños y pequeñas.
Korogwe, ¿quién no conoce Korogwe? Se trata de una pequeña ciudad de Tanzania, en la región de Tanga (próxima a la costa tanzana), con una población aproximada de 40.000 habitantes.
No es que fuéramos por su interés turístico, de hecho nunca antes habíamos oído su nombre, pero es un lugar de especial interés para nuestra amiga Colleta.
No en vano, la suegra de Colleta vive en Korogwe, y aunque su hijo (el marido de Colleta) no pudo acompañarnos en estos días, Colleta habiendo contraído matrimonio con él, ha pasado a ser una integrante más de su familia. Es más, por costumbres culturales tanzanas, los lazos familiares con la familia del marido, son más estrechos que con su propia familia.
Fue una visita exprés, llegamos el 24 de diciembre por la mañana en autobús desde Arusha y partimos el 26 de diciembre en dirección a Bagamoyo. En un desvío próximo a Korogwe abandonamos el autobús para tomar el transporte público por excelencia, una especie de tuk tuk asiático.
Como en la gran mayoría de las ciudades tanzanas, las zonas periféricas resultan muy rurales, con mucha naturaleza, caminos sin asfaltar, plantaciones, pequeñas casas unifamiliares, en definitiva, un lugar donde en seguida sentiríamos la calidez de sus gentes.
Sus primeras reacciones son de sorpresa, «muzungu» es la expresión que más se escucha, así es como nos llaman a los blancos. Hay que recordar que no se trata de un lugar turístico y para muchos pequeños y pequeñas, seguramente ésta sea la primera vez que vean a dos personas blancas.
Tras dejar la carretera asfaltada nos damos cuenta de que la experiencia nos va a encantar, rodeados de árboles, humildes viviendas, y muchas risas en la calle. Ya no recordábamos lo que era jugar en la calle…y los más pequeños aquí son felices.
Por fin llegamos a lo que va a ser nuestro hogar durante estos dos días, un complejo social más que una vivienda. Un lugar donde cocinar al aire libre, una zona donde lavar la ropa y tenderla, una habitación para invitados, una caseta de baño independiente y una casa donde su interior nos muestra varios toques occidentales, señal inequívoca de que la familia goza de buena salud económica.
Somos acogidos con un caluroso abrazo, dos besos y apretones de manos, sentimos que tan ilusionados como nosotros, lo están ellos. Los más pequeños nos miran temerosos, escondidos detrás de sus madres, peeero…
¡Ay cómo somos! lo que no consiga un globo…
Hoy es Nochebuena, y aquí en Korogwe y en gran parte de Tanzania (mucha población es musulmana) se celebra reunidos, al rededor de una mesa con comida y cerveza. No hay una hora de comer, cada uno se sirve cuándo quiere y cuánto quiere. Ellos aprenderán rápido dos palabras nuestras…»comer y beber» lo repiten continuamente entre las risas cómplices de los presentes. Saben que de aquí los dos «muzungus» saldrán rodando.
«Chakula kitam sana» la comida está muy rica, vocabulario básico del buen invitado.
La banana es la base de su alimentación, nuestros anfitriones pertenecen a la etnia chaga y la presencia de la banana en las comidas es un símbolo de ello.
Platos hipercalóricos que te alimentan para todo el día…pero muy muy sabrosos, esto es el «matoke» un guiso a base de banana típico de Tanzania.
Oscurece pronto y nos invitan a acompañarles a la misa del gallo en la catedral de Korogwe. No es una misa muy multitudinaria, puesto que la gran mayoría de los feligreses prefieren reservarse para la madre de todas las misas, la del 25 de diciembre.
Es una misa diferente, con representaciones teatrales del Nacimiento, un pequeño coro ensaya canciones para el día siguiente y donde predominan las muestras de gratitud de los allí presentes.
A las 11 pm nos retiramos a descansar, aquí es noche está muy avanzada, puesto que hace casi 5 horas se puso el sol. Oscurece a las 6 pm y la hora de la cena es las 7 pm, aunque aquí la comida no falta en la mesa y quién quiera puede cenar, recenar o desayunar lo que le plazca.
Pronto amanece, a las 05:30 los primero gallos nos recuerdan dónde estamos, todavía no ha salido el sol, pero la actividad ya ha empezado. Hoy es un día grande y aquí se celebra cómo lo sienten.
Nosotros antes de prepararnos debemos lavar algo de ropa, aprovecharemos el día para dejarla secar antes de nuestra marcha de mañana.
Conforme nuestra nueva familia se va preparando, nos damos cuenta de que nosotros no tenemos una ropa acorde para este día grande. Nos fascinan sus ropas y su colorido. La edad es un grado y también es algo que se refleja en la vestimenta. Nos ponemos en marcha hacia la catedral.
Cuando entramos nuevamente en la catedral nos damos cuenta que hoy sí, hoy es el día grande. Una asistencia multitudinaria, un conglomerado de múltiples etnias, se reúnen para celebrar juntos esta misa, los masai son fáciles de reconocer.
La misa en sí es una ceremonia cantada, con una duración que se puede extender hasta las 4 horas. No es de extrañar que haya gente que sucumba al sueño, más aún, si la noche anterior se alargó más de lo habitual.
Es una misa muy participativa, donde la gran mayoría acompaña al coro en sus cantos. Las oraciones entre canto y canto, nos resultan demasiado relajantes, un perfecto swahili con su habitual tono pausado, hace que sea todo un esfuerzo mantenernos atentos.
Las donaciones son realizadas conforme avanza la ceremonia, de forma generalizada. No en vano cada donación se introduce en un sobre, donde debe escribirse el nombre de la familia y eso, es indicativo de reputación y prestigio. Digamos que un tanto incoherente.
A la finalización de la misa, en el exterior se concentran todos los feligreses para hacer más donaciones y agradecer en público, todo lo bueno que les ha reportado el año que a punto está de terminar. Pudimos ver cómo una familia recibía el aplauso caluroso al entregar una cabra a la parroquia.
Obviamente no hemos pasado desapercibidos y ya se ha extendido la voz, de que los muzungus han traído alguna sorpresa para los más pequeños. Preferimos que sea nuestra familia de acogida quien haga la entrega, no nos agrada demasiado que se perciba a los blancos como los reyes magos.
Seguimos fascinados del glamour que se refleja en algunas mujeres, sin duda la ropa es un gran instrumento comunicativo.
Tras la misa hay que regresar a casa, hay que terminar de preparar la comida y después disfrutar de una tarde hogareña y familiar.
La radio acompaña todo el día sonando incesántemente Boney M y villancicos variados. La música gospel lo inunda todo.
Así discurre la tarde, de conversación, juegos de cartas, globos y descansando. La noche llega, se va y de nuevo es hora de partir.
Una foto de despedida antes de abandonar este cálido hogar de Navidad.
Muchas gracias familia por habernos hecho sentir uno de los vuestros, siempre juntos.
Asante sana